¿Tu pequeño tiene insomnio?
El insomnio es un motivo frecuente de consulta en pediatría y en las clínicas de sueño. De acuerdo a distintos estudios poblacionales se estima que más de un tercio de los niños entre seis meses y cinco años de edad lo presentan.
El insomnio en niños es un padecimiento que surge cuando la conciliación del sueño y la expresión de sus distintas etapas se alteran. Con frecuencia se presenta a través de uno o varios de estos síntomas:
- Dificultad para conciliarlo
- Despertares frecuentes durante la noche, con dificultad para volver a dormir
- Despertar matutino antes de la hora deseada
Comúnmente el insomnio se origina debido a que, sin querer, los padres contribuyen a los despertares de su hijo al cargarlo, mecerlo, alimentarlo, acompañarlo para que duerma, o bien, responder a sus llamados nocturnos; así, él establece una asociación entre su presencia y el descanso.
En ocasiones, tanto los padres como los pediatras tratan de explicar el insomnio por alguna situación común como los cólicos, la dieta, la dentición o el gateo, esto puede retardar el diagnóstico y tratamiento oportunos, y volverse un problema serio para el niño y su familia.
1.Higiene del sueño
Consiste en prácticas para cambiar los hábitos que provocan el insomnio y crear un patrón de conducta orientado a conseguir un descanso de buena calidad, principalmente durante la noche. Por ejemplo:
2. Alimentación
Continuar haciéndolo durante las noches después de los seis meses puede provocar que el bebé únicamente logre conciliar el sueño de esta forma o refuerce los despertares. A partir de esta edad, deben disminuirse gradualmente la alimentación y la compañía nocturnas, de modo que cuando cumpla un año logre dormir solo. Además se deben evitar las bebidas azucaradas o estimulantes (café, chocolate o refrescos de cola), especialmente cerca de la hora de acostarse.
3. Recámara
Acondiciona el ambiente: debe contar con una superficie cómoda, temperatura adecuada y luz y ruido tenues. La percepción de estos estímulos mantiene ocupado al cerebro, distrayéndolo de la regulación de los procesos de sueño.
4. Horarios
Procura que no se desvele y que duerma el tiempo suficiente de acuerdo a su edad. Acostarlo tarde para que esté cansado no resuelve el problema. Considera el tiempo que necesita dormir y con base en esto intenta que duerma y despierte siempre a la misma hora, con lo cual se reforzará el ciclo sueño-vigilia.
5. Televisión y videojuegos
No lo expongas a contenido violento, como noticieros, películas o programas de terror, videojuegos agresivos, etc. La ansiedad que esto le ocasiona le impedirá dormir.
6. Reloj
Si tu hijo ya sabe leer la hora, evita que lo haga durante la noche. Estar consciente de ella le puede provocar ansiedad y reforzar conductas de búsqueda como ir a la cama de sus papás.
7. Ejercicio y relajación
Según su edad puedes aplicar algunas técnicas que favorezcan el sueño, como ejercicios de respiración, masajes, cantos, etc. En niños mayores, además de lo anterior, se les puede enseñar un sencillo control respiratorio como inhalar y exhalar lenta y profundamente, que focaliza la atención e induce un estado de relajación y de sueño.
8. Rutina
Tiene que ser constante, proporcionarse en un momento agradable y con una duración de cinco a 10 minutos. Por ejemplo: báñalo, dale un masaje, háblale suavemente, cántale, cuéntale una historia o léele un cuento. De esta forma lo ayudarás a tranquilizarse y a desarrollar su propio estilo de sueño.
Después, dale las buenas noches y déjalo en su habitación. Es básico que esté despierto pero somnoliento cuando salgas de ahí. Si es un poco mayor, permítele que tenga con él su juguete preferido, un peluche o su almohada; de esa forma se sentirá acompañado.
9. Postura
Se recomienda acostarlo boca arriba, sobre todo si es recién nacido, pues disminuye el riesgo de sufrir apnea de sueño (dejar de respirar) y por ende de una posible muerte súbita infantil. No dejes objetos ni ropa de cama que puedan obstruir su respiración.
¡Sí se puede!
Cambiar los hábitos de sueño en un niño es difícil. Lo mejor es inculcárselos desde pequeño con tranquilidad y seguridad. El insomnio es más frecuente de lo que se cree, y sus repercusiones incluyen la falta de descanso, problemas de desarrollo físico, desempeño diurno, aprendizaje, conducta y es más proclive a enfermarse.
Si el problema persiste aun después de aplicar estos consejos, es importante acudir a un especialista en trastornos de sueño pediátricos.
Fuente: www.bbmundo.com
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