SIGNOS DE ALERTA EN EL DESARROLLO PSICOMOTOR

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en el primer año y medio de vida Por: Lourdes Rodríguez Mortellaro

Se considera un desarrollo psicomotor “normal” cuando el niño alcanza las habilidades esperadas a su edad cronológica, normalidad estadística. Es decir, cuanto más lejos se encuentre del promedio se encuentre, más posibilidades de que exista algún problema.

La progresiva adquisición de las habilidades diversas como: el sentarse, tomar objetos, gatear, caminar, etc… tienen variabilidad en cuanto puesto que cada niño tiene su propio ritmo.

Los cambios más rápidos y acelerados ocurren en los primeros 18 meses de vida. Al año y medio el niño se ha incorporado venciendo a la fuerza de la gravedad, camina con cierto equilibrio y emplea sus manos para sostenerse y manipular.

Alrededor de los tres años irá perfeccionando su equilibrio y habilidades manuales. Camina más rápido y estrecha su base de sustentación, corre, se alimenta solo, colabora para vestirse y desvestirse, maneja sus juguetes y habla.

Hacia los cinco años, domina bien su equilibrio, salta al jugar con sus compañeros coordina de manera selectiva y exacta sus movimientos manuales. Está listo para escribir. De aquí en adelante su desarrollo avanza con más lentitud y ya no ocurren cambios fundamentales ni rápidos.

Hay algunas situaciones de riesgo que podría conllevar un desarrollo psicomotor anormal, algunas situaciones conocidas que ha vivido un niño y que pueden provocar un desarrollo no óptimo como por ejemplo:

Factores de riesgo biológico

  • Trastornos genéticos o metabólicos
  • Parto prematuro
  • Asfixia perinatal
  • Ausencia de respiración espontánea
  • Factores de riesgo psico-social
  • Desnutrición
  • Limitación de movimiento
  • Ambiente empobrecido, afectivo y físico.

Detectar a tiempo alguno de estos factores de riesgo, permite atender los posibles trastornos del desarrollo lo más pronto posible para evitar mayores repercusiones futuras.  Pues las actividades motoras anormales se evidencían cuando el niño va creciendo.

¿Cómo podemos saber si está bien o no mi hijo? A través de la observación, evaluación a través de instrumentos de medición especializados utilizados por los pediatras, fisioterapeutas, psicomotricistas,  o algún otro profesional del Desarrollo Infantil, con especial énfasis atención a las preocupaciones de los padres.

Pues son ellos quienes están más atentos a cada una de las conductas y habilidades de sus hijos, sobretodo si han convivido y comparado a su hijo con algún otro niño de mismas edad.

Los “Signos de Alerta” en el desarrollo psicomotor, son aquellas manifestaciones que nos pueden hacer sospechar que estamos ante alguna problemática y así poder establecer un diagnóstico temprano. Este signo de alerta será una desviación del patrón normal de desarrollo y aunque no presupone necesariamente la presencia de la patología, su presencia nos obliga a dar un seguimiento riguroso a su desarrollo.

Esto resulta especialmente difícil durante el primer año de vida, especialmente durante los seis primeros, pues muchas veces son tan leves que el niño de la impresión de estar físicamente normal, aunque con cierto retraso en su desarrollo.

Se detallan algunos de “Signos de Alerta” a continuación:

Cuando tiene 1 mes de edad:

  • No levanta momentáneamente la cabeza en posición boca-abajo.
  • No fija la mirada a la cara humana.
  • Irritabilidad persistente sin causa conocida.
  • Trastornos de la succión o rechazo persistente del alimento.

A los 3 meses:

  • Falta o exacerbación de reflejos primitivos (grasping, succión, búsqueda, marcha automática, Moro)
  • Ausencia de sonrisa social
  • No muestra interés por tener interacción con alguna persona
  • Pasividad ,No fija la mirada y no hay respuesta a estímulos auditivos.
  • Muy bajo tono muscular (como muñeco de trapo)
  • Muy alto tono muscular (tan rígido que en todo momento tiene manos cerradas, incluido el pulgar)
  • No levanta la cabeza

De 3 a los 6 meses:

  • Persiste en alguno de los anteriores puntos
  • Falta de interés por el entorno
  • Ausencia de vocalizaciones recíprocas
  • Poco o nula variación de sus expresiones
  • Respuestas monótonas o indiscriminadas, responde igual a cualquier estímulo
  • No coge objetos
  • No utiliza las manos
  • Aún tiene los reflejos propios de un recién nacido.

De 6 a 9 meses:

  • Niño muy pasivo
  • Irritabilidad
  • No es capaz de rodar
  • No logra sentarse sin apoyo (8 meses)
  • Falta de extensión de cabeza estando boca abajo
  • Falta de fuerza para vencer la gravedad
  • Alteración en el tono muscular

De los 9 a los 12 meses:

  • No reclama atención del adulto.
  • No imita gestos.
  • No explora juguetes.
  • No pronuncia sílabas.
  • No logra gatear.
  • No logra posición de pie.
  • Falta de interés por desplazarse.
  • No se mantiene sentado sin dificultad.
  • No utiliza la pinza (pulgar e índice).

A los 18 meses

  • No camina.
  • No señala con el índice, no intenta hablar ni pedir las cosas.
  • No comprende una instrucción sencilla.
  • No intenta una comunicación verbal o no verbal.
  • Conducta estereotipada.
  • Falta de juego imitativo.
  • No expresa emociones (alegría, tristeza, enojo, cariño).
  • Entra en crisis de cólera y tiene dificultad para calmarse.

Otros signos de alerta:

  • Conductas agresivas o de aislamiento
  • Conductas autodestructivas
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Miedos exagerados
  • Timidez extrema
  • Rituales estereotipados
  • Conducta desorganizada

La detección temprana de un trastorno en el desarrollo permite dar una atención temprana de manera preventiva o si se requiere una intervención terapéutica que pueda mejorar la sintomatología y evitar que esa patología sea definitiva.

Así que no duden en acercarse a su pediatra o algún especialista en desarrollo motor para saber si se requiere atender trastornos de desarrollo físico, psíquico o sensorial; o bien que estén en situación de riesgo.  De ahí la importancia de que el niño tenga un espacio (afectivo y físico) que le permita moverse y explorar con confianza, pues debemos tomar en cuenta que son las necesidades del niño para su desarrollo óptimo.

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