Peras para la Salud del Corazón de toda la Familia

 
Lic. Cecilia García Schinkel, Nutrióloga
Las enfermedades cardiovasculares son una serie de padecimientos, distintos en síntomas, intensidad y gravedad, pero que tienen orígenes similares. Todos se relacionan con las arterias y su luz interior. En la mayoría de los casos, como en los infartos, embolias y la mayoría de los trombos, la luz interior de las arterias importantes, como las que entran con sangre limpia al corazón, los pulmones o el cerebro, se encuentran congestionadas con grasas y colesterol. Así, el flujo sanguíneo se ve minimizado, el órgano sufre, pero sobre todo se aumenta la posibilidad de que un coágulo se quede atorado en sus entradas a los órganos donde la arteria es menos ancha.
En nuestro país la enfermedad isquémica del corazón es la segunda causa de muerte tanto para hombres como para mujeres y las enfermedades cardiovasculares ocupan el tercer lugar para ambos sexos. De esta manera, entre ambas, ocupan el mayor porcentaje de muertes entre la población. En los hombres, las crisis masivas cardiovasculares se presentan antes de los 40 años y tienden a ser mortales. En las mujeres, por el contrario, la mayor parte de las complicaciones cardiovasculares suceden después de los 50 años, o sea después de la ultima menstruación o menopausia. Y es que mientras en el cuerpo femenino circulan grandes cantidades de estrógenos, hormonas sexuales encargadas de muchos caracteres sexuales, no hay tanto riesgo cardiovascular pues estas hormonas funcionan también como relajantes arteriales y evitan la formación de placa dentro de las mismas.
Tristemente, en nuestro país también estamos encontrando complicaciones cardiovasculares en niños y jóvenes, a veces incluso en los menores de 12 años, asociados a la ganancia excesiva de peso y al sedentarismo extremo.
Estas enfermedades son fáciles de detectar y prevenir cuando se identifican; lo malo es que son muy difíciles de identificar pues son consideradas “condiciones silenciosas” debido a que no presentan síntomas hasta que se presenta el episodio masivo… la única manera de diagnosticarlas es a través de una química sanguínea en la que se identifiquen los factores de riesgo: triglicéridos elevados, colesterol total elevado y mala relación entre los colesteroles HDL/LDL o “bueno” y “malo.”
Lo mejor es, como casi siempre con las enfermedades crónico degenerativas, la prevención. Y en el caso de las condiciones cardiovasculares la prevención puede lograrse con cambios sencillos en el estilo de vida. Lo primero es mantener un peso saludable y una vida más activa que de preferencia incluya la realización de ejercicio formal al menos tres veces por semana por 30 minutos. También es importante modificar la dieta: disminuir la ingesta de grasas saturadas, como las de origen animal, y de alimentos ricos en colesterol, como los mariscos y las carnes rojas. También es importante aumentar la ingesta relativa de alimentos ricos en grasas de cadena larga, insaturadas y libres de colesterol como los aceites, las aceitunas y aguacates y otras grasas vegetales.
Un adecuado consumo de agentes antioxidantes es también esencial. Estas sustancias, que provienen de las frutas y verduras en su mayoría, y que se encuentran en los fitoquímicos, son además agentes curativos y preventivos de las enfermedades infecciosas, y poderosos absorbentes de los radicales libres y, por lo tanto, agentes anti envejecimiento que dan mantenimiento a la piel, cabello y otras membranas, agentes relajantes de las arterias.
Los antioxidantes naturales como la vitamina C, A y E, además de los pigmentos naturales como los carotenos, licopenos y antoxantinas, así como algunos minerales como el selenio o el magnesio actúan dando flexibilidad y fluidez a las arterias, evitando se vuelvan resecas, resquebrajadizas o inflamadas; así el consumo adecuado de agentes antioxidantes puede ayudar a prevenir e incluso a resolver problemas cardiovasculares en hombres, mujeres e incluso niños; en todos los que estén en riesgo.
Unas arterias más flexibles, más fluidas y lozanas, se pueden mover mejor y tienen más capacidad de liberar coágulos, aún cuando estén recubiertas en su interior por una gruesa capa de ateroma. Allí es donde actúan los agentes antioxidantes y de allí la importancia de incluir en la dieta alimentos ricos en estas sustancias, como las peras que contienen elevadas concentraciones de vitamina C, el  antioxidante por excelencia, además de ser abundantes en antoxantinas, pigmentos naturales de tono blanco o amarillo claro que caracteriza su color de la pulpa.
Como además de contener unos poderosos agentes antioxidantes las peras son alimentos de alto valor de saciedad pero de bajo aporte energético, nos pueden ayudar a mantener un peso más saludable o incluso a alcanzarlo.
Ahora lo sabemos. Comer frutas, especialmente peras, no sólo significa consumir un alimento de alto aporte nutrimental con beneficios múltiples en la prevención de enfermedades infecciosas, sino además es casi un seguro de prevención contra enfermedades del corazón, de las arterias y de otros órganos vitales… peras por su concentración de agentes antioxidantes, la vitamina C y las antoxantinas.

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