Niños mimados, adultos débiles

En la actualidad, existe un debate sobre si es correcto mimar demasiado a los niños. Algunos especialistas sostienen que los niños mimados devienen en adultos débiles. Mientras que otros aseguran que se trata de un patrón normal de la sociedad actual.

 

Un adulto que no sabe tomar decisiones y que fracasa ante la presión, posiblemente fue un niño muy mimado en su infancia.

 

La capacidad para asumir responsabilidades está asociada al carácter. Muchos padres tratan de evitar “malos ratos a sus hijos”. Por ello, buscan resolver inconvenientes o solucionar problemas propios del menor.

 

Los niños necesitan aprender a resistir y trabajar en equipo. A ser humildes y recuperarse ante el fracaso. Estos son los rasgos que definen el carácter.

 

Mimar demasiado puede parecer producto de las frustraciones de los padres. Las personas con infancias difíciles o carencias tienden a sobre proteger a sus hijos. A toda costa, buscan darles lo que ellos no tuvieron o pudieron lograr.

 

La edad y los patrones sociales

 

 

Otra condición de padres que consienten en exceso, tiene que ver con la edad. Las parejas hoy día conciben a los hijos pasados los 30 años. En algunos casos, la dificultad para tenerlos o las responsabilidades laborales, los hacen más permisivos.

 

Esta “pareja de hoy” es la que da forma a la teoría del patrón de la sociedad actual. Son padres que comparten su rol de crianza con el éxito profesional. Ambas responsabilidades de ambos padres requieren de mucha entrega y un esfuerzo compartido.

 

Rasgos de un niño mimado

Los niños mimados por lo general no conocen de límites. Están convencidos de que el mundo gira en torno a ellos. Se acostumbran a recibir, sin dar nada a cambio. No valoran a los padres, pues creen que están solo para complacerlos.

 

Otro rasgo común del niño mimado es su incapacidad de acción. Ante problemas en la escuela o la presión social, no saben reaccionar. Reconocen que tienen un inconveniente, pero no han sido preparados para afrontarlo.

 

La frustración llega cuando se ven indefensos ante lo que creen injusto. Son capaces de identificar lo que no les gusta, pero no de cambiarlo. La frustración en niños mimados puede generar adultos depresivos.

 

También la agresividad es una condición que surge en niños consentidos. Es una manera de reaccionar ante la frustración. De allí, los casos de agresión física por parte de hijos a padres.

 

Por último, son niños intolerantes, que no asumen la responsabilidad de sus actos y carecen de remordimientos. En algunos casos, padecen de ansiedad, cambios de humor y baja autoestima.

 

Qué se debe hacer ante los niños mimados

 

 

Es importante que los niños comiencen a sentir independencia a partir de los 4 años. Darles responsabilidades sencillas ayudará a formar su carácter. Además, aprenderán lo que significa la recompensa por un trabajo bien hecho.

 

La teoría de la “causa y efecto” es importante en el momento de establecer límites. Hay que enseñar a los niños que toda acción genera una reacción. Esto también les enseñará a controlar la frustración.

 

Los niños deben aprender a que los resultados no siempre son los esperados. La manera cómo enfrenten el fracaso será la actitud con la que asuman los retos de adultos. En estos casos, es importante reconocer y respetar sus sentimientos.

 

Una de las tareas más difícil es ignorar los berrinches. Los niños mimados están acostumbrados a los escándalos para conseguir lo que quieren. Ante ello, los padres deben mantenerse serenos y evitar cualquier tipo de maltrato. Si conceden al pequeño lo que busca con el berrinche, el niño establecerá una relación de causa y efecto. Asociará lloriquear y armar ruido con la consecución de su objetivo.

 

Cómo decir no a un niño mimado

En primer lugar, el papá y la mamá deben jugar en el mismo equipo. Estar de acuerdo en la estrategia que usarán y no contradecirse. Además, deben ser coherentes con las acciones y mantener su palabra.

 

Decir NO, debe hacerse desde una postura positiva. Se debe comenzar por reforzar lo positivo para luego indicar el correctivo. Iniciar la idea con un NO por delante, genera un rechazo inmediato en los niños.

 

Al explicar por qué NO, los padres deben estar serenos y apelar a una voz suave pero contundente. Evitar el contacto físico o expresiones agresivas que solo contribuyen al conflicto. Se deben explicar las razones y consecuencia de la decisión.

 

Lo más importante es que los padres se mantengan firmes ante la negativa. Solo así los niños sabrán cuál es el límite.

 

En definitiva, la crianza no compatibiliza con los extremos. Mimar demasiado o ser muy rígidos, puede tener las mismas consecuencias negativas en los niños. La educación debe impartirse desde la base de los valores fundamentales y el cariño.

 

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