Motivar en lugar de elogiar.

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En Disciplina reemplazamos elogios por motivación, ¿porqué?
Decimos que elogiar está muy bien porque es como comer un dulce que nos levanta el ánimo…
A todos nos gustan que nos elogien, ¿verdad?

Sin embargo, cuando los padres ponemos demasiada azúcar a la cosa o damos demasiados dulces, corremos riesgos que repercuten en la salud emocional de nuestros hijos, todo en exceso es malo.
«Eres un campeón», «siempre haces todo bien», «sabía que lo ibas a lograr», «eres buen niño/a porque te portas muy bien», «eres la más linda», etc, etc, etc… Muchos padres pueden pensar que el elogio alienta la buena conducta y aumenta la autoestima de los niños, y es cierto, pero las preguntas de fondo son…
¿Qué siente y piensa ese niño/a cuando no puede alcanzar el nivel esperado para recibir su elogio, premio o recompensa?
¿A quién siente que debe complacer?
¿Qué pasa con él o ella cuando otro niño/a «lo supera» o es «más competente»?
¿Será un niño/a que hace las cosas bien solo para recibir el amor de sus padres o porque ha entendido que él es valioso, qué lo que hace tiene un peso importante para su familia y su comunidad?

Cuidado con los excesos, ¡seamos medidos!
Un niño/a que se desarrolla sanamente, es un niño/a que sabe que sus padres o cuidadores lo aman de forma incondicional, esto es tanto en sus aciertos como en sus desaciertos.
Los niños merecen tener la oportunidad de aprender del error, de aprender de la experimentación y del descubrimiento.
Merecen tener la libertad a equivocarse sin miedo y a descubrir sus dones y habilidades por el mero placer de descubrirse a si mismos sin la angustiosa presión de tener que «hacer» para «complacer» o «encajar». Por tanto, motivarlos para que logren una sana autoimagen (valoración de si mismos) es un regalo que los padres podemos ofrecerles y es algo sencillo de hacer cuando comprendemos que lo que en realidad importa es lo que el niño/a va aprendiendo a pensar de sí mismo/a.

A continuación, les dejo algunos ejemplos de frases que motivan al niño/a a darse cuenta por él/ella mismo/a de sus capacidades y logros.

– ¡Wow! ¿Quién es el autor de este maravilloso trabajo?
– ¡Me doy cuenta de lo bien que has hecho esto! ¿Me comentas cómo lo lograste?
– ¿Cómo te sientes respecto a este logro?
– Sé que tal vez no era el resultado que esperabas… A veces sucede, pero has trabajado duro para lograrlo. ¡Felicitaciones por eso!
– Este hermoso trabajo… ¿Será acaso del mismo niño/a que ayer dijo que no podía? ¿Quién pudo lograrlo?!!!
– Me encanta como te ves con ese color de vestido/pantalón que has escogido ponerte hoy!
– No salió como se esperaba… ¿Tienes alguna idea de cómo encontrar otra forma para lograrlo?
– Cuéntame de tu experiencia, quiero escucharla.
– ¡Vaya! Veo que tus esfuerzos dieron un gran resultado, ¿no lo crees así cariño?

La idea consiste en validar sentimientos, esfuerzos y en hacerle preguntas el pequeño/a que lo lleven a la autoreflexión y al pensamiento creativo.

Recordemos que los elogios son como el postre que a todos nos encanta, pero no dejemos de lado el plato principal que debe ser siempre la motivación, el animar y la valoración y atención en el esfuerzo, lo cual dará grandes beneficios en los resultados, pero sobre todo, en la creencia que tu hijo/a o alumno/a irá forjando sobre sí mismo/a

Espero estos consejos les sean de utilidad.
Bendiciones!
Carla Herrera
Directora de Pequeño Gran Humano
Educadora Certificada en Disciplina Positiva

Web: www.pequenogranhumano.wordpress.com

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