Maltrato: la violencia de todos los días

Cuando pensamos en violencia, por lo general la asociamos con la rudeza, la brutalidad y el crimen de los que nos informan los medios. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto otros tipos de violencia, más cercanos y cotidianos. Y aunque aquellos extremos sean un motivo real de preocupación, que incluso puede estar afectando nuestra vida y actividades diarias, estas otras formas de violencia son igualmente perjudiciales, al grado de situarse como uno de los posibles factores que desencadenan la violencia mayor.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), «la violencia es una de las principales causas de muerte, a nivel mundial, para las personas de entre 15 y 44 años». A la violencia se le atribuyen, en promedio, el 14% de las defunciones de varones y el 7% de mujeres. Y por cada persona fallecida como resultado de la violencia extrema, existen muchas otras que padecen consecuencias derivadas de violencia física o psicológica en forma de abuso, maltrato o intimidación infantil, violencia doméstica y de género, acoso laboral y discriminación social.

El origen de las conductas violentas en los humanos ha sido un tema importante de investigación en filosofía, sociología, biología, psicología y psiquiatría. En fechas más recientes, se han sumado a este esfuerzo la neurobiología y la neurofisiología, que buscan en el cerebro las claves para estudiar y prevenir la violencia. Con ayuda de estas disciplinas, junto con novedosas herramientas que permiten obtener imágenes cerebrales, se han conseguido avances, pero todavía hay muchas incógnitas sobre este fenómeno. Una de ellas es si la violencia es inherente a los humanos, o se adquiere culturalmente.

Cartolandia, un programa esperanzador

El laboratorio de la doctora Feggy Ostrosky en la UNAM reúne a 40 estudiantes de licenciatura y posgrado, dedicados principalmente al estudio de las bases neurofisiológicas de la violencia, con el propósito de diseñar estrategias de prevención. Sus investigaciones sobre el origen multifactorial de la conducta antisocial la llevaron a proponer un programa para la población infantil de un barrio del Estado de México, donde la situación socioeconómica es tan grave, que se conoce por el sobrenombre de «Cartolandia». Un lugar con un nivel tan alto de marginación corre el riesgo de convertirse en semillero de violencia; por ello, el equipo de la doctora Ostrosky planea prevenir la criminalidad desde la infancia. Para generar una respuesta positiva en los pequeños de tres años, el programa se centra en modificar y mejorar las habilidades de crianza de sus madres. Así, ellas aprenden a rechazar la violencia intrafamiliar, a estimular las capacidades cognitivas de sus hijos y a crear vínculos sanos de apego con ellos, pues son éstos los que definirán en su vida adulta sus relaciones con los demás. Como parte del proyecto planean examinar el cerebro de los niños para conocer y medir el estado de desarrollo de sus lóbulos frontales, áreas donde se asientan la inteligencia, la facultad de razonar y el control de las emociones.

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Web : www.comoves.unam.mx

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