La vida interior
Estamos habitados por cientos de especies de bacterias que viven en nuestro intestino y son indispensables para la salud. Aprendamos a cuidar de ellas.
A estas Alturas de la historia, los seres humanos hemos recibido innumerables lecciones que ya deberían habernos hecho menos soberbios: dos de las más importantes fueron descubrir que no ocupamos el centro del Universo, y, siglos después, que el ser humano no es el rey de la creación y comparte casi la totalidad de sus genes con animales tan «tontos» como los chimpancés y hasta un 30% con otros tan latosos como las moscas.
Servicio completo
Mientras hay quienes se preocupan de buscar señales de vida extraterrestre o microorganismos en medios ambientes extremos del planeta, otros se dedican a conocer el «ecosistema» más cercano a nosotros: el grupo de microorganismos que ha evolucionado para adaptarse a vivir en todo nuestro intestino, sobre todo en el colon.
En el colon hay alrededor de 500 especies de bacterias que sobreviven sin oxígeno (anaerobias), y que suman unas 1014 células; es decir, 100 veces un millón de millones o, dicho de otra forma, unas 10 veces más células de bacterias que el total de células en nuestro cuerpo. Una persona que pesa 70 kilogramos debe andar cargando unos dos kilogramos de bacterias.
Colonizados
Si bien los psicólogos han establecido la importancia que tiene en nuestro comportamiento la relación con el entorno, particularmente si nos gritan o nos apapachan durante los primeros años de existencia, los ecólogos moleculares han ubicado un evento anterior, que tiene lugar unos días después del nacimiento y define en buena medida nuestro estado de salud en el futuro.
Aunque el tracto intestinal es estéril mientras permanecemos en el vientre materno, en cuanto lo abandonamos somos colonizados por bifidobacterias. De hecho, las bacterias están ahí, esperando a que atravesemos la vagina durante el parto para invadirnos, y después acabar de instalarse una vez que somos amamantados. Como es de imaginar, nacer por cesárea o por parto natural, ser alimentado con fórmula o con leche materna, vivir en la ciudad o en el campo, consumir antibióticos o no, todo es clave en el establecimiento de esa microbiota y, por ende, en el desarrollo y maduración de un sistema inmunológico apropiado.
Una vez que se suspende la lactancia materna, las bifidobacterias llegan a constituir hasta un 95% de los microorganismos de los bebés (aunque en el caso de los alimentados con biberón sólo el 20%) y van disminuyendo para dejar que otros microorganismos se establezcan.
A lo largo de nuestra vida poseemos una microbiota de unas 500 especies, entre las que predominan unas 30 o 40.
El estudio del metagenoma bacteriano
Para estudiar a todas las bacterias y la función que realizan en diferentes ambientes se puede realizar un análisis mediante técnicas de metagenómica. La metagenómica es un enfoque nuevo de la biología molecular y consiste en obtener secuencias del genoma de los diferentes microorganismos que forman una comunidad (sean o no cultivables) para lo cual se extrae y analiza el ADN del sistema. El ADN del metagenoma representa a todos los genomas que conforman la población microbiana de ese sistema.
En resumen, el procedimiento consiste en los siguientes pasos:
1.Aislar el material genético. La muestra a emplear debe representar a la comunidad en estudio. Las células de los microorganismos se rompen y una vez que el ADN de dichas células se encuentra libre, se purifica del resto de los componentes de la muestra.
2. Manipulación del material genético. El ADN genómico es relativamente grande, por lo que se corta en fragmentos más pequeños. Posteriormente, estos fragmentos se ligarán a «vectores» que son a su vez fragmentos pequeños de ADN que permiten que la información genética se multiplique en otro microorganismo.
3.Construcción de «genotecas» de ADN. Los vectores, que portan los fragmentos de ADN del metagenóma se introducen en organismos de fácil cultivo y manipulación, como Escherichia coli. Esto permite que los genes del ADN de todas las bacterias que había en la muestra puedan reproducirse y ser estudiados. Las células transformadas de E. coli se hacen crecer sobre medios selectivos y se consigue así la construcción de una «biblioteca» metagenómica, ya que cada uno de los fragmentos de ADN metagenómi en el vector que se reprodujo en E. coli tiene información que será como un libro en el que podremos leer y comprender la historia de la vida existente en el sistema estudiado.
4.Análisis del material genético de las bibliotecas metagenómicas. Se realizan análisis para identificar las funciones de los fragmentos de ADN que ahora tiene E.coli, por ejemplo si se trata de estudiar enzimas podemos hacer ensayos químicos basados en cambios de color en presencia de determinadas sustancias, pero sobre todo podemos establecer la secuencia de esos fragmentos de ADN y compararlos mediante programas de computadora, con las secuencias de miles de millones de genes del ADN micro- biano almacenadas en bases de datos. De esta manera se identifica más fácilmente la presencia de microorganismos no cultivables, las funciones de sus genes, e incluso la presencia de nuevas proteínas.
Dr. Luis Treviño Centro de Ciencias Genómicas, UNAM
Alimentos
Además de los microorganismos que poblarán nuestros intestinos desde que vemos la luz, también los consumimos. Pero, ¿cuándo empezó esta práctica? Si éstos poblaron el planeta antes que nosotros, podríamos afirmar que desde siempre, ya que están presentes en los productos frescos no cocidos.
Probióticos de supermercado
Actualmente se consumen en todo el mundo bifidobacterias y lactobacilos en cientos de productos: yogurts, cremas, leches, postres, barras, o simplemente bebidas activas. Yakult es una de las leches con probióticos más consumidas en México, con un mercado de 2.5 millones de botecitos al día, 70% de los cuales se distribuyen casa por casa. Otros productos comerciales son Soful, Bifiel y Mil-mil (de la misma empresa, aunque los dos últimos sólo se venden en Japón), y Chamito (Nestlé), Bonacult (Unifoods), Activia y Actimel (Danone), así como decenas de marcas de yogurt y leches fermentadas a las que se ha agregadoLactobacillus acidophilus y desde luego bifidobacterias para darles carácter probiótico.
Promesas
Los alimentos colónicos prometen:
• Aliviar la intolerancia a la lactosa de la leche.
• Prevenir las infecciones intestinales.
• Evitar la diarrea del viajero.
• Controlar el crecimiento de Helicobacter pylori, bacteria asociada con la úlcera estomacal.
• Modular el sistema inmunológico.
• Prevenir alergias y proteger de eventos cancerígenos, particularmente de colon.
•Regular el movimiento intestinal evitando la constipación.
• Reducir el colesterol sérico.
• Prevenir hipertensión.
• Prevenir infecciones urinarias.
• Auxiliar en el tratamiento del proceso inflamatorio intestinal.
• Tener una mejor nutrición en general.
• Promover un sentimiento de bienestar.
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