El Juego
Es una de las actividades más importantes en la vida de todo niño, por lo que es universal; promueve su desarrollo, favorece su imaginación, expresión artística y lenguaje. Es por ello que el presente artículo da cuenta de algunas de las principales implicaciones que giran en torno al juego.
Juego y lenguaje
El lenguaje dentro del juego funciona como mediador; funge como herramienta que promueve y facilita la interacción entre el niño y el juego, entre el niño y otros niños y, entre el niño y el adulto. Mediante el juego, el niño puede verbalizar sus fantasías, deseos, sentimientos (Winnicott, 1999). El juego cumple también funciones comunicativas, permite integrar el mundo afectivo y el social, desarrollar su capacidad para inventar y construir; así también, esta actividad favorece la salud emocional y física del infante, e incrementa su interés por el aprendizaje. La frase “los niños aprenden jugando” resume la importancia que adopta el juego en el desarrollo del menor, no sólo físico, sino también intelectual. El juego influye en la formación de funciones cognitivas básicas, tales como la memoria y la percepción; además de autorregulatorias, como enseñar lo que se debe o no hacer, permitiendo introyectar reglas y patrones sociales de comportamiento.
Tipos de juego
Cada niño es diferente, y por tanto diferente también será su juego, aun así, la diversidad de juegos se puede englobar de la siguiente manera.
Juego de roles: los participantes adoptan las características de un personaje al que deben representar, y es a partir de ahí que se crean una imagen de esa persona; las personificaciones van desde aquellos con quienes conviven, hasta seres míticos, como hadas o monstruos.
Juego en paralelo: convergen dos participantes en un mismo lugar, no obstante, cada uno tiene sus propios juguetes y es independiente uno del otro, este juego es característico de los bebés.
Juego en solitario: como su nombre puede indicarlo, el niño solo crea su mundo, puede ser mágico o no, y en él se desenvuelve; no por ser en solitario supone un problema, pues si bien los niños están solos, no por eso dejan de aprender y crear (Winnicott, 1999).
Los juguetes
Los juguetes son el eje central en el desarrollo del juego, estos objetos fungen como mediadores entre la realidad y la fantasía del niño, hay varias consideraciones que se deben tener en cuenta antes de dar al niño la posibilidad de elegir entre uno u otro juguete. Es importante que los juguetes sean de acuerdo a la edad del menor, la mayoría de estos incluyen la edad recomendada para su uso, y no debemos omitirla; que no sean piezas demasiado pequeñas, y sus componentes no sean tóxicos, ya que es frecuente que los niños los lleven a su boca, por lo que es mejor prevenir. Asimismo, es recomendable que sean de distintos tamaños, texturas y formas, de colores llamativos y en buen estado y que estos tengan más de un uso, así, la posibilidad que tendrá el menor para descubrir e interactuar será mayor.
Excluir aquellos juguetes que puedan dañar su integridad física, como lo son las puntas afiladas o aquellos que inciten a la violencia, hará del juego un espacio armonioso y en pro del aprendizaje.
¿Más es mejor?
Muchos padres se preguntan si entre más juguetes tenga su hijo, mayor será su desarrollo y mejor su juego, la respuesta es NO. Y es que el tener muchos juguetes puede confundir al niño y dar un aspecto caótico al área de juego, donde más allá de experimentar, se abrume sin saber qué hacer, además de disminuir la posibilidad de valorar y cuidar los objetos que tiene. Ten en cuenta que un número pequeño de materiales favorece la creatividad y el valor que el niño da a estos, recuerda que lo más caro no es sinónimo de ser lo mejor, por lo que sin gastar grandes sumas puedes hacer de sus juguetes un incentivo a su capacidad de inventar. Permitirle al niño que juegue con elementos de su entorno tales como papel, agua, pinturas, arena, trozos de tela, estimula su creatividad, por lo que es recomendable que busquen juntos darle nuevos usos a los objetos convencionales.
El área de juego
Se refiere a ese espacio del que se adueñará el niño, en el que sólo cabrán él y su imaginación, donde descubra algo que le gratifique y enriquezca; no existe un espacio específico para que los niños jueguen, las dimensiones dependerán de cada hogar; deberá ser un lugar que permita al niño libertad de movimientos y ser un espacio delimitado, esto para que el niño esté seguro, y los padres también.
Actividades lúdicas según la edad
De acuerdo al grupo de edad y a las necesidades para su momento, los juegos y juguetes varían; para los bebés son recomendables juegos como escondidas o canciones, todo en vistas de incrementar su bagaje verbal. Alrededor de los 2 años las canciones recomendadas son aquellas que requieran el uso de las manos u otra parte del cuerpo en movimiento. En los niños preescolares son preferibles los bloques, rompecabezas, juegos de roles, conteo, entre otros. Mientras que en la edad escolar serán adecuados los juegos en grupo como el fútbol, o de representación teatral, tales como representar fantasías o imitar a personajes.
Si como adulto juegas con un infante, intenta pensar como ellos y olvídate de posibilidades reales, date la oportunidad de entrar a un mundo nuevo y mágico, y sigue sus indicaciones ajustándote al rol que te asignen.
Si recuerdas cuando tú jugabas, seguro se te pinta una sonrisa en el rostro, por tanto, permítete reencontrarte con ese niño interior y recrea un juego, date la oportunidad de ser niño otra vez y juega, comparte con tu hijo la satisfacción que produce un momento jugando.
CAPI es un espacio dedicado a buscar el bienestar de todos nuestros pacientes, por eso es que brindamos un espacio dedicado para que nuestros niños no solo jueguen sino al mismo tiempo aprendan y desarrollen todas sus capacidades.