El espíritu emprendedor

Seguramente, al recordar tu infancia, te vienen a la mente imágenes de juegos en los que convivías con otros niños, usabas tu imaginación y entrabas en un mundo fantástico en el que tú eras el protagonista. También te llenaban de ilusión un sinfín de proyectos, desde un viaje hasta la organización de una fiesta o del festival del colegio.

¡Te sentías capaz, seguro de ti mismo y lleno de energía para emprender nuevas aventuras!

¡Hasta abrir las páginas de una enciclopedia para hacer una investigación o leer un buen libro era toda una aventura!

Creer en ti mismo no era algo especial, era algo natural.

Todos, cuando niños, tenemos ilusiones y sueños y lo más importante: ¡nos creemos capaces de lograrlos! Poco a poco, conforme vamos creciendo, las tareas cotidianas, las responsabilidades y los condicionamientos sociales nos van sacando de ese mundo en donde somos capaces de todo y creemos en nosotros mismos y nos van llevando a una realidad llena de responsabilidades, de competencia y estrés que, si nos descuidamos, nos alejan de nuestros sueños.

Los niños son creativos, persuasivos, innovadores, creen en ellos mismos y tienen una alta autoestima. ¡Tienen todas las habilidades que se requieren para ser emprendedor y es importante que no las pierdan!

El desarrollo de un emprendedor comienza desde la infancia. Al estimular las características ya existentes en los niños como la creatividad, la autoconfianza, la autoestima, la tenacidad, la capacidad de observar y la curiosidad, logramos que éstas cualidades permanezcan hasta la vida adulta.

Emprender es empezar algo. Cuando un niño pide apoyo para desarrollar sus ideas, quiere ayudar a alguna causa social, inventa una película o una obra de teatro, crea originales personajes y te muestra sus dibujos, organiza una fiesta o desarrolla ideas para los trabajos de su escuela, ¡está emprendiendo!

El emprendimiento infantil no es algo nuevo, todos los niños hemos sido emprendedores, la diferencia está en que a unos se les estimulan estas habilidades y a otros no.

Si estimulamos el emprendimiento en la infancia le damos a los niños una llave hacia la libertad. ¡Emprender te hace libre y dueño de tu propio destino!

Si además enseñamos a los niños a emprender con valores, les estamos dando también la opción de hacer de este mundo un mejor lugar.

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