El ajedrez y los lazos afectivos.

Los seres humanos sufrimos una serie de cambios desde la fecundación hasta la etapa adulta mayor. En cada una de estas etapas el cerebro se desarrolla de formas específicas. En los primeros años de edad el cerebro recibe todos los estímulos exteriores como información que se decodifica, con el fin de entender el entorno que lo rodea.  Estos estímulos afectan tanto el Coeficiente Intelectual como la inteligencia emocional.

 Se conoce según los estudios de Daniel Goleman que las emociones son la respuesta ante un estímulo o evento determinado causado por algo externo o intenso, según sea el caso. Por lo tanto desde el nacimiento los seres humanos comenzamos a codificar todos estos estímulos para interpretarlos como personas, objetos, sentimientos, emociones, lenguaje etc.

 La inteligencia emocional surge de los estudios del psicólogo Daniel Goleman en 1995 con su publicación en la cual fundamenta su investigación en la teoría de las inteligencias múltiples del doctor Howard Gardner de la Universidad de Harvard; el cual menciona que las personas tienen siete tipos de inteligencias que ayudan a la relación del ser humano con el mundo. La inteligencia lingüística, lógica, musical.

Visual –espacial, kinestésica, interpersonal e intrapersonal.

La inteligencia emocional son las habilidades psicológicas que permiten expresar de forma equilibrada las emociones. Estas habilidades son el reflejo de las inteligencias interpersonales e intrapersonales. La inteligencia interpersonal es la capacidad para sentir distinciones entre los estados de ánimo, motivaciones e intenciones ajenas para interactuar con las personas. Y la inteligencia personal que es la capacidad del conocimiento de los aspectos personales para la interpretación de la propia conducta.

En el desarrollo de los seres humanos la inteligencia emocional se va adquiriendo por el aprendizaje de los estímulos internos y externos, donde se desarrolla la autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y destrezas sociales. Los padres de familia son de los principales edificadores de la inteligencia emocional de los infantes ya que según los valores, creencias, clase social,  ideología y la cultura se crean los ideales y pensamientos. Con los factores externos los infantes podrán identificar sus emociones, se debe conocer que son confundidas con las reacciones que provocan las emociones, estas reacciones son las que afectan como se interpretan las emociones como positivas o negativas según sea el caso.

Podemos concluir que los estímulos externos de los padres ayudan tanto a la autoestima como seguridad de los infantes para que aprendan a comprender y reconocer sus emociones de forma eficaz así como también saber reaccionar ante ellas. Estos estímulos están relacionados también con el incremento del coeficiente intelectual.

La neurocientífica Patricia K. Kuhl menciona en su estudio llamado “El primer año” que los infantes que son más estimulados por sus padres en el primer año de edad tienen un incremento del Coeficiente Intelectual de forma exponencial a los que no se encuentran estimulados por sus padres. Esto es resultado del constante estimulo cerebral el cual propicia la constante actividad mental de los infantes.

Estos estímulos son tanto lingüísticos, visuales como afectivos. Se comprobó que los padres que tienen una mayor educación académica expresan una mayor cantidad de palabras y vocabulario distinto a sus hijos desde temprana edad, así mismo los padres que suelen tener más contacto físico y emocional con sus hijos estimulan el desarrollo de los infantes pues los estímulos exteriores que reciben los infantes ayudan a una mayor creación de neurotransmisores.

 Estos estímulos externos que provocan los padres de familia se convierten en vínculos afectivos pues se genera comunicación, cariño y confianza entre padres e hijos; lo cual ayuda al incremento del Coeficiente Intelectual. Esto se comprobó en los estudios realizados por la neurocientífica Patricia K. Kuhl donde los infantes que tenían más estímulos externos por sus padres o tutores obtenían mejores resultados en las pruebas de C.I.

 En la infancia se desarrollan las habilidades cognitivas y es aquí donde el ajedrez juega un papel importante por los beneficios que se pueden obtener al practicar dicha actividad. Se sabe por diversos estudios científicos como el del doctor Peter Dauvergne de la Universidad de Sidney que el ajedrez eleva el Coeficiente Intelectual, el doctor Robert Freidland publico en el The New England Journal of Medicine que el ajedrez ayuda a prevenir el alzheimer y ejercita los hemisferios del cerebro, el doctor Robert Ferguson menciona que el ajedrez ayuda a mejorar la creatividad, potencia la memoria, ayuda a la resolución de problemas. El doctor Stuart Margulies menciona que incrementa la capacidad lectora, facilita la concentración ayuda a la creación de dendritas y ayuda a planificar a futuro. Todas estas ventajas son efímeras si no se tiene un estímulo afectivo por parte de los padres o tutores, ya que estos vínculos ayudan y fomentan la seguridad de los niños, estimulando su autoestima a través de la seguridad emocional. Esta seguridad es reflejada en la inteligencia emocional y el Coeficiente Intelectual.

Cuando los padres de familia se involucran en el desarrollo de las inteligencias múltiples de los infantes con actividades como el ajedrez, los juegos de memoria, el deporte en general etc. se pueden crear vínculos afectivos de padres a hijos a la vez que los estímulos desarrollan a los mismos infantes.

 En los casos de los infantes que compiten en torneos de ajedrez, sin importar su nivel o categoría es importante el apoyo de los padres de familia para fomentar la seguridad, autoestima y el control de las emociones durante los Torneos. Ya que se conoce de antemano que la frustración de perder una partida puede desatar un conjunto de sentimientos negativos por parte del infante los cuales pueden ser controlados por parte de los padres con el apoyo y el lazo a través de la comunicación efectiva y positiva.

 Por otro lado el ajedrez pedagógico ayuda a que los alumnos aprendan sobre la responsabilidad en la toma de decisiones y el respeto a sus semejantes, así como también el respeto de las reglas y el compañerismo ya que se genera una cortesía de los jugadores por el resultado final.

Todas las habilidades desarrolladas por el ajedrez y los valores adquiridos en los infantes por la práctica de este juego generan una seguridad emocional  que se refleja en su autoestima. Respetan las reglas de su entorno generando empatía con sus semejantes, tanto en situaciones de ventaja como de desventaja, como cuando se pierde una partida.

Es recomendable que los padres se interesen por este juego, ya que en muchas y se sienten incapaces de aprender por su edad u entorno social lo que invariablemente esto es un tabú que se maneja en muchas sociedades, sobre todo si es la madre la que no sabe sobre ajedrez. El hecho de que los hijos enseñen algo a los padres les otorga la confianza de expresar sus ideales, pensamientos y situaciones personales con más libertad; ya que los niños se sienten capaces de mostrarles a sus padres juegos nuevos o intereses académicos y personales.

 En conclusión los padres que juegan ajedrez con sus hijos generan una mayor tolerancia a la frustración en el niño pues es más probable que este pierda y dese intentar de nuevo. En la mayoría de los casos los padres fomentan este deseo con palabras positivas en donde se enfatiza en la seguridad y autoestima del mismo.  Es por esto mismo que el ajedrez ayuda a fomentar los lazos afectivos de los niños, ya que los estímulos externos ayudan al desarrollo de la inteligencia emocional y el coeficiente intelectual.

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